Luego de haber trabajado como asistencia en la edición 2016 y 2017 del Rally Dakar y conocer que había un mundo dentro de la competencia y un mundo fuera de ella formado por fanáticos y seguidores y creando en mi la inquietud de saber que hacían estos fanáticos, como se movían y que los motivaba a seguirla teniendo casi que soportar las mismas exigencias que los competidores, viajar km y km sin descanso, soportar altas y bajas temperaturas, dormir en carpa o en los mismos vehículos en que se transportaban, por el solo hecho de ver pasar por algunos segundos esos vehículos que por muchos años los seguí por televisión fueron algunas cuestiones que motivaron la planificación de este viaje.

Se acercaba la fecha de largada de la edición 2018 del Rally Dakar y no me pregunten porque comienzan a sentirse las ganas de estar cerca de esta increíble competencia. Así que decido comenzar con los preparativos haciéndome la pregunta mas importante ¿Estas decidido a recorrer alrededor de 10.000 km en moto en tan solo 19 días, solo y con las exigencias que esto te traerá? Sin dudarlo en un principio la respuesta fue «si» y solo eso basto para comenzar.

Comencé contándole a mi entorno y las primeras respuestas fueron: ¿Vos estas loco? ¿solo? ¿en moto? ¿Hasta Perú? y así la lista seguía pero también estuvieron los que me dijeron: ¡que bueno! ¡Me encantaría poder acompañarte ¡Contame mas! ¿Cómo te preparas? ¿Cuándo te vas? ¡Tremendo! En que moto? ¿Cuándo empezamos con los preparativos? ¡Contá con nosotros en lo que necesites! Hago un hincapié en todas estas preguntas porque sea cual sea el viaje siempre van a existir diferentes opiniones en base a la experiencia, sueños y objetivos que cada uno tenga y que en muchos casos nos pondrán en duda o nos motivaran a realizarlo. Pero creo que la mas importante y la que mas peso tuvo fue la primera ¿Estoy decidido? Esa es la que por lo menos a mi me hizo cumplir el objetivo y terminar mi viaje.

Lo primero que hice fue pensar en que moto lo iba a hacer y buscando opciones llegue a la conclusión de que una on/off de 250cc seria una buena opción ya que iba a tener muchos km de asfalto pero también iba a necesitar que soporte caminos de ripio y de arena. Tenia también que ser cómoda ya que iba a estar prácticamente entre ocho y diez horas viajando y tenia que tener buena autonomía ya que iban a ser tramos muy extensos. Teniendo estos puntos en cuenta me decidí por una Yamaha Tenere 250 y comencé a buscar, pero en el medio de la búsqueda se interpuso una marca india de baja cilindrada que tuve la oportunidad de probar por unos días y que realmente me sedujo, buena autonomía, posición de manejo muy cómoda pero con la contra de que era 150cc a carburador lo cual me iba a perjudicar en la altura, un motor muy chico que se iba a apunar y algunas otras cuestiones pero poniendo todo en la balanza la decisión fue muy rápida. La Hero Hunk 150 seria mi compañera.

Algunas rutas de Bolivia ya había recorrido en viajes anteriores pero la región de Perú era completamente desconocida y esto le daba un condimento muy especial, sumado a que este seria un viaje en solitario.

¡Con todo listo! El primer día del año salía rumbo a la capital de Perú, la ciudad de Lima. Este fue el momento que marco mi viaje, colocar en el GPS la ciudad de destino y que me calculara 4.000 kilómetros me hicieron pensar y confirmar mi grado de locura. ¡Que loco estoy! fue la primer frase que escuchó mi casco. Y así fue como seguimos charlando.

En la ciudad de Córdoba hice la primer parada, luego le siguió Salta y el tercer día finalizaba en el paso fronterizo con Chile en la ciudad de Jujuy llamado Paso de Jama.

En Perú pase por las ciudades Tacna, Canamá, San Juan de Marcona, Ica, Pisco y Lima.

El sexto día ya estaba en contacto con la caravana de fanáticos y compartiendo momentos con gente de todo el mundo.

El entorno de Perú fue mágico, la gente, las costumbres y la camaradería hicieron que me sienta como en casa y a pesar que el calor sofocaba desde las primeras horas del día no quería bajarme ni un segundo de la moto. Conocer sus rutas, sus paisajes y su comida fue algo que me hubiese gustado hacer por varios días mas pero la caravana Dakar seguía día tras día y no me podía quedar atrás.

Mi día comenzaba alrededor de las 4:00 am con el rugir de las primeras motos ya que mi carpa estaba ubicada a pocos metros de donde los competidores marcaban el inicio de la etapa. En ese momento comenzaba a juntar mis cosas y cuando la primer moto se acercaba a marcar su salida yo ya estaba listo para acompañarla por el enlace hacia la largada, compartir algunos tramos de ruta con los mejores pilotos del mundo hacían que ese momento fuera único. Para los que no saben un día de carrera comienza con un enlace desde el vivac (campamento) hasta el inicio del tramo cronometrado, este enlace puede tener entre 100 y 300 km. Al usar carreteras convencionales los pilotos respetan las velocidades máximas por lo que eso me daba la posibilidad de ir junto a ellos.

Al llegar al sector cronometrado compartía charlas con algunos pilotos, fanáticos y amigos; y este era mi momento para desayunar y cargar energía. En esta región es común comenzar el día con pescado frito, arroz y algunas papas. Después de que finalizaran de largan las motos en este sector continuaba mi día y me dirigía hacia la próxima ciudad donde primero buscaría el final de la etapa cronometrada y luego el campamento. Alrededor de 600 kilómetros por día era lo que comúnmente viajaba pero hubo días que llegaba a 1000 kilómetros.

Todos los días con lluvia y en los puntos con mas altura sobre el nivel del mar me toco nieve y granizo. Un momento que no voy a olvidar fue cuando saliendo de la ciudad de Tupiza la lluvia traspaso los guantes y el frío en la manos era tan intenso que me hacia sentir pinchazos de agujas en toda la mano, no había posibilidad de frenar ya que era una ruta desolada y restaban 150 kilómetros para llegar a la próxima ciudad, lo único que pude hacer fue mientras manejaba ir colocando las manos sobre el cilindro del motor para poder de esa manera recibir algo de calor y por fuerza mayor adquirí la habilidad de mantener el acelerador con la mano izquierda.

En la ciudad de La Paz y en Potosí con una altura promedio de 4000 msnm hicieron muy largos los días de ruta ya que la moto viajaba a un promedio de 60 km/h pero conocer los limites de la moto y viajar con esos parámetros creo que fueron la clave para que mi maquina no sufriera ninguna tipo de falla.

Y así como el primer día del viaje confirmaba conmigo mismo mi grado de locura, el ultimo día era muy feliz de confirmarlo.

El 14 de enero ingresaba por el paso fronterizo Villazon a mi querida Argentina y la sensación de estar en casa fue increíble. Lo primero que hice fue parar en una estación de servicio y pedir un café con leche con dos medialunas, un menú que nunca va a faltar en la dieta de un motoviajero.

Al llegar a a la Ciudad de Salta pare en el camping municipal y aproveche para realizarle un service completo a mi compañera. Al final de cada día era habitual revisar el aceite, limpiar, lubricar y estirar la cadena, revisar la luces; a eso le agregue regular las válvulas, cambio del filtro de aire, una lavada completa y un baño de WD40 a todo el cableado eléctrico y conectores. Y como iba a estar un día entero en esa ciudad aproveche también para llevar toda mi ropa a la lavandería ya que con quince días de viaje continuo el estado y el aroma no era el mas lindo.

Con las pilas super recargadas continué viaje hacia Tinogasta y el 18 de enero entraba a la ciudad de San Juan.

El 20 de enero oficialmente finalizaba la carrera mas extrema del mundo en la ciudad de Córdoba – Argentina y así como yo festejaba que cada kilómetro de mi aventura lo había disfrutado de la mejor manera, el equipo Hero Motosport también estaba de festejo ya que sus pilotos llegaban a la linea de meta sin mayor complicaciones. Poder charlar y compartir algunos momentos con el equipo fue un condimento extra, poder conocer personalmente al los pilotos CS Santoch y Oriol Mena y tener en Argentina a todo el equipo fue una sensación de felicidad extrema.

Y así es como el 21 de enero del 2018 llegaba a Buenos Aires con 11.800 kilómetros mas de experiencia. Un viaje que sin dudas confirmo aun mas mi pasión por las dos ruedas y que agranda la lista de historias que le contare a mis hijos y nietos.

Y Algo que comenzó como un sueño o aventura loca que era imposible de hacer en un charla de amigos ese día demostró que los sueños están para cumplirse y en mi caso son la motivación para disfrutar cada día. Algún día ya no estaremos por eso nuestra estadía en este mundo hay que disfrutarla al máximo.

¡Hasta la próxima aventura!